domingo, 22 de mayo de 2011

Cancionero, Petrarca

Francesco Petrarca nació en 1304 en Arezzo, adonde su padre había ido exiliado el mismo año que Dante, 1302, y también por ser “güelfo blanco”. En 1320, Francesco se traslada a la Universidad de Bolonia, y en 1326 vuelve a Aviñón, a raíz de la muerte de su padre. En 1330 toma las órdenes menores eclesiásticas, y al servicio del cardenal Colonia, empieza su vida de intelectual a la sombra de grandes magnates, ocasionalmente con desempeño de alguna misión diplomática, pero casi siempre con amplia libertad la literatura, y con abundancia de fondos para pagar copistas y comprar códices. En 1325 obtuvo cuatro grandes manuscritos que forman también casi su canon de clásicos personales: las Etimologías de San Isidoro, los poemas de Virgilio, la Ciudad de Dios de San Agustín y las Epístolas de San Pablo. De 1326-1329 data su primera gran hazaña cultural: la restauración de Ab urbe condita de Tito Livio, basándose en diversos códices. En Vaucluse escribe, entre otras cosas, De vita solitaria y Bucolicum carmen.
Petrarca es un gran viajero que cambió de hogar en busca de novedades y de códices antiguos, a quien lo mismo atrae la fastuosidad mundana que la soledad estudiosa. Puede consagrarse a todo lo que le va gustando, puede variar de proyectos, puede distribuir su interés en distintas cosas, pero siempre lo hace contemplándose a sí mismo; lo tiene todo a su disposición y se dispersa. A su copiosa obra ítalo-latina le falta un centro, de la misma manera que su vida es un continuo vagabundear de meta en meta. En 1340 recibe carta de la Universidad de París y del Senado de Roma ofreciendo coronarlo poeta, por su poesía en latín. Petrarca acepta la oferta romana, mas rechaza la idea de ser profesor; tampoco acepta en 1351 la oferta que le transmite Boccaccio de enseñar en la universidad florentina. Viaja, cumple misiones, escribe numerosas cartas e invectivas; en 1353 deja definitivamente su sede provenzal para vivir en Italia; intenta aprender griego; compone De remediis utriusque fortune, una de sus más difundidas obras; un año antes de morir, pone en limpio su Canzoniere; recibe el Decameron de Boccaccio y regala su códice de las Confesiones de San Agustín.
Para los contemporáneos es el hombre que domina completamente la literatura romana, que posee una rica biblioteca de clásicos, escribe el latín más elegante, y ha estudiado griego. Petrarca siempre fluctuó entre el amor casi pagano por las cosas bellas y el sentido de su caducidad, en contraste con sus periodos de soledad cuando repudiaba las tentaciones mundanas, pero después, cedía a su primera inclinación. (Tal como lo hiciera siglos después de Lope de Vega, podría yo agregar). Es un iniciador de una tradición italiana y extranjera que perdura a través de los siglos, quien va a delinear la vertiente de la lírica amorosa para todas las literaturas europeas.
Petrarca consideraba su Canzoniere una obra periférica, secundaria a la sombra de su tarea en latín y, por tanto, no era necesario que se le aplicaran sus conceptos de “arte poética”. Fue compuesto desde 1330 hasta poco antes de su muerte, cuando lo ordena definitivamente en un códice parcialmente autógrafo; contiene 366 composiciones (317 sonetos, 29 canzoni, 9 sestine, 7 baladas y 4 madrigales). La inmensa mayoría de ellas tienen como tema su amor por Laura, y este tema se divide en dos grandes capítulos: in vita e in morte; unas pocas composiciones son religiosas. La figura de Laura es de una mujer apenas idealizada, primero por la lejanía y la imposibilidad, y después por la muerte. Ella es el centro de atracción espiritual y estético del poeta. A pesar de que Petrarca se distrae y se dispersa en obras latinas, Laura es para él constante y benéfica porque en vida atrajo al hombre y al morir, es le fantasma querido.
Las composiciones del Canzoniere tienen muchos elementos de la poesía provenzal: imágenes, similitudes, contrastes, juegos de palabras; conserva la parte caduca, dependiente de las teorías del amor intelectualizado de la escuela de Prtovenza. Esta obra marca un gran progreso para la lengua italiana, confiriéndole agilidad, belleza y fluidez; mejora los esquemas métricos, haciendo de la canción un elemento ameno y dinámico, elevando la calidad del soneto. Respecto a la evolución de la lírica amorosa, aunque no se convierta en símbolo, Laura aparece a veces como instrumento de perfección en cuanto que es fuente de amor; en realidad sigue siendo mujer, que solamente la muerte purifica frente al deseo del amante.

martes, 17 de mayo de 2011

Actor

El actor sin disciplina y rigor es un arco que no puede tensarse lo suficiente para impulsar fuerza y altura. La inconsistencia rompe cada una de sus flechas.