Si
aman las joyas, aman las perlas. Tal vez son las gemas naturales más famosas
del mundo; no solo por su belleza, sino por su origen y formación. Un cuerpo
extraño penetra al interior de un molusco bivalvo, el cual reacciona
envolviéndolo con una mezcla de cristales y conquiolina, formando la sustancia
nácar. Cuando el molusco ha cubierto al cuerpo extraño con una o más capas de
esta sustancia, obtenemos una perla.
En la India, Egipto y Fenicia ya usaban
las perlas como adorno en collares, brazaletes, zarcillos, pendant charms,
anillos y bordados en vestidos; los antiguos aztecas llamaban a la perla
“epyollotli”, y también la usaban para ataviar sus vestidos y penachos.
Existen diversos tamaños, formas y
colores de perlas. Para el armado de joyería en La Piedra de Biondetta es muy
importante una apariencia deseable; pueden ser esferas perfectas o en forma de
lágrima, de arroz o de otras semillas; también he recolectado muchas biguas o
perlas sin forma. Hay perlas blancas, plateadas, rosas, verdes, azules o
doradas; mis preferidas son las negras. Una perla madura, con muchas capas de
nácar y bien cuidada nos puede durar un siglo o más.
Las perlas preciosas son muy importantes
en joyería por su simetría y brillo. Estas gemas orgánicas no necesitan mucho
trabajo para embellecerlas en los centros de capacitación, ya que sus
características naturales son muy apreciadas y se utilizan en piezas de joyería
clásicas y vanguardistas.
Las
aguas tranquilas, templadas y frescas son las mejores para la producción de
perlas. Japón, Corea y Tahití son los lugares ideales. Aquí en Tahití, por
ejemplo, se pueden ver y sopesar numerosos ejemplares del nácar gigante Pinctada
Margaritifera, a veces la llaman “ostra perlera de labios negros”, y
puede llegar a pesar más de 5 kilos, hace algunos años encontré un nácar que
alcanzaba los 9 kilos. En contraste, cuando visité unas granjas en Japón y en
China, admiré la gran cantidad de los pequeños ejemplares de la Hyriopsis
Schegeli, de muy fácil cultivo y debido a su precio económico es muy
buscada en los mercados. Compré cientos de ellas en color crema, rosa y
amarillo doradas. Mañana visitaré Tuamotu y Gambier, por ahora debo descansar.
De la serie La piedra de Biondetta, por Anabel Arriaga
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